
Capitán es el protagonista de una asombrosa historia de fidelidad, relato lleno de humanidad que tan sólo ellos son capaces de crear. Capitán era el perro de Miguel Guzmán, hombre que falleciera allá por el año 2006.
Su familia cercana relataba perpleja cómo Capitán había desapareció el mismo día en que se celebraba el funeral y que una semana más tarde, familiares que estaban visitándolo en el cementerio, se quedaron atónitos al verlo merodear cerca de la tumba de su difunto Miguel.
Intrigados y preocupados por el destino de tan fiel amigo, pasado ya casi 8 años después del fallecimiento del amado Miguel, se pudo saber por el director de dicho cementerio, que aquel acto tan solemne y de tanta lealtad se repetía desde entonces cada año y a diario.
El director solía describir compungido, como Capitán solía llegar sobre las 6 de la tarde de todos los días y que después de caminar girando cabizbajo varias veces alrededor de la tumba de Miguel, se dejaba desplomar con su anciano cuerpo sobre aquel frío mármol y allí se dejaba yacer junto a él esperando juntos sentir el amanecer, sumido tal vez en un ilusorio sueño, de quizás poder reencontrarse de nuevo con él, su Miguel, su dueño, su amor, su amigo fiel.