
La A.A.A. (Actividad Asistida con Animales) propone encuentros en los que se incorpora y juega un papel básico el animal. Se trata de algo espontáneo y no regulado, es decir que el “terapeuta” puede ser perfectamente un voluntario no profesional y por lo tanto no se registrarán los avances y no existirán objetivos concretos a alcanzar. Los entornos en los que se desarrolla una A.A.A. pueden ser de lo más variopinto y no son específicos.
La T.E.A.A. (Terapia Educacional Asistida con Animales) es un complemento de la terapia tradicional que sólo puede ser dirigida por profesionales del campo de la salud o de la educación especial. Es algo mucho más serio y ordenado que la A.A.A.
La T.E.A.A. consiste en la interacción entre el animal y el paciente, encaminada por un terapeuta y que arranca a partir de una serie de objetivos y metas establecidas para la recuperación de un paciente que por norma general, no ha mejorado con la medicina tradicional. Así pues, los progresos dentro de esta terapia se van recogiendo para un posterior estudio para el análisis de la evolución del paciente.
El trabajo de la terapia es muy variado, puede consistir en cepillar al animal, acariciarlo, pasearlo, alimentarlo, observación y respuesta de la conducta del animal, ante diversas situaciones bien provocadas o no por el terapeuta, así como en la comunicación verbal y no verbal con el animal y la comunicación del animal con el paciente. En este tipo de terapia, los sentidos como el oído y la vista son importantes, pero no es sino el canal táctil-emocional el que denota el mayor impacto e importancia en aspectos como la transmisión del calor corporal del cuerpo del animal y la de sus impulsos rítmicos. La salud y el bienestar dependen en gran parte de la calidad de relaciones sociales en las cuales se involucra el tacto (la Casa et al., 1988; linche, 1977).
Podemos citar numerosas enfermedades en las que puede recurrirse a este tipo de terapia animal, desde sociopatías infantiles y juveniles, discapacidades neurológicas, físicas y emocionales, niñ@s con autismo, hiperactividad, depresión, adicciones, toxicomanías…
En el caso del autismo se ha llegado a formular la siguiente afirmación “Las terapias asistidas con animales han llegado a demostrar ser diez veces más eficaces que las aulas de aprendizaje”, por ejemplo, muchos niñ@s autistas han empezado a decir palabras que habían oído pronunciar a loros co-terapeutas.

Se hace preciso señalar también, que las actividades, sin pretender ser terapia, a menudo, tienen los mismos beneficios físicos y psicológicos que la terapia asistida y tienen muchas de las mismas aplicaciones. En ellas, el animal se presenta como un estímulo multisensorial capaz de llamar poderosamente la atención de los pacientes. La excitación positiva motivada por la presencia del animal fomenta asimismo la expresión de sus emociones y su capacidad de comunicación, de manera que actúan como:
- Facilitador de la comunicación
- Lubricante emocional
- Incitador al juego
- Modelador de comportamientos
- Catalizador relacional