La galga Cora y la cuerda de la vida

La galga Cora

A Cora la tiraron a un pozo de más de 15 metros de profundidad, solo por ser galga y no servir ya a los propósitos de su galguero.

No sabemos cuántas horas o días después, una persona que paseaba por allí escuchó sus ladridos y llantos, llamó a los bomberos de Alcalá de Guadaíra y los guió hasta el pozo.

Cuando llegaron los bomberos vieron, en el fondo del pozo, a un galgo subido con las patas delanteras a un bidón de plástico. Tiraron una cuerda a modo de guía para conocer la profundidad del pozo y cuando comenzaron a recoger la cuerda notaron que pesaba. Empezaron a tirar y vieron que la perra venía sujeta a la cuerda mordiendo fuertemente la misma, no la soltó ni cuando estuvo a salvo en suelo firme. Incluso subió, agarrando con sus patas, el bidón que le había servido de apoyo allá abajo. No tuvieron que bajar a por ella, sus ganas de vivir le habían hecho aferrarse a esa cuerda que la liberaba de una muerte terrible. Tenía las uñas de las patas delanteras rotas y ensangrentadas en su intento imposible de subir por ese pozo. Se quedó exhausta encima de la cuerda y según nos contaros los bomberos no paraba de lamer en agradecimiento. Se la llevaron a la estación de bomberos.

¿Y entonces? Pues la administración dio aviso al servicio municipal de recogida de animales y esta pobre superviviente acabó en la perrera. Irónico, los bomberos pusieron todo su esfuerzo y profesionalidad en rescatarla de la muerte y acaba, minutos después, en otro corredor de la muerte, esta vez institucional.

Carmen Hidalgo, voluntaria de ARCA-Sevilla, conoció esta historia, de boca de uno de sus rescatadores, unos días después y decidió actuar, no pudo quedarse impasible. “No es justo que esta galguita acabe sus días así, no es justo para ningún perro, pero ella había sobrevivido al pozo, los bomberos se habían desvivido por sacarla y no puede ser que acabe sus días en la perrera. TIENE que salvarse por segunda vez y tiene que ser adoptada para vivir feliz el resto de su vida. Se lo merece, se lo debemos!”

La protectora de animales ARCA-Sevilla  ha sacado a Cora de la perrera. A pesar de todo lo sufrido agradece las caricias, no guarda rencor al ser humano y pronto se pondrá en adopción para buscarle la mejor de las familias. 

La galga Cora, finalmente fue adoptada por una familia muy conmovida por su triste historia y ahora es muy feliz y vive en Madrid.